La violencia armada de género también se dirige de manera específica y brutal contra las personas de la comunidad LGBTQ+ y aquellos que no se adhieren a los roles de género tradicionales. Estos crímenes, motivados por el prejuicio y la intolerancia, reflejan una forma de violencia que no se limita al sexo biológico, sino que ataca la identidad y la expresión individual.
Un blanco de prejuicios
Las personas de la comunidad LGBTQ+ tienen una prevalencia significativamente más alta de ser víctimas de crímenes de odio, violencia de pareja y discriminación. Los ataques, que a menudo incluyen ejecuciones extrajudiciales y violencia sexual, son perpetrados con la intención de castigar a quienes desafían las normas tradicionales de género y sexualidad. La situación en América Latina y el Caribe es especialmente preocupante. Según el Informe Anual de Sin Violencia LGBTI, en 2023, al menos 364 personas LGBTIQ+ fueron asesinadas en la región, y más de un tercio de estos crímenes (39%) se cometieron con armas de fuego. Las mujeres trans y los hombres cis gay fueron las principales víctimas.
Desafíos y falta de datos en Costa Rica
En Costa Rica no existen datos comparables ni suficientes para documentar esta realidad. Sin embargo, según un análisis dentro del proyecto llamado “Proyecto VIH-CR” demuestra que reportes periodísticos de 2000 a 2020 revelan una serie de asesinatos y actos de violencia extrema contra personas LGBTIQ+, especialmente mujeres trans y lesbianas, evidenciando un patrón de crímenes de odio en el país.
El sistema legal costarricense presenta serios desafíos para abordar estos crímenes. La falta de mecanismos adecuados para investigar las denuncias y la omisión de la discriminación como factor clave en las investigaciones genera impunidad. Además, el femicidio por orientación sexual o identidad de género es una forma de violencia que ha sido poco documentada, lo que invisibiliza a las víctimas y dificulta la búsqueda de justicia.
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